miércoles, 16 de diciembre de 2009

Viajar con la Muerte


Ayer pude comprobar con mis propios ojos como a un anciano, que viajaba en el metro, aparentemente tranquilo sentado en su sitio, se le escapaba la vida, suspiro tras suspiro (inspirando...expirando); dos hombres se dieron cuenta y lo agarraron por los brazos mientras otro más joven llamaba al 061 a través de su móvil...ellos intentaban alargarle la existencia, pero yo estoy segura de que murió en la estación donde se bajaron; llegó su hora y él lo sabía.
Es curioso, por la mañana yendo para el trabajo, apuré las últimas páginas del libro que estaba leyendo, justamente hablaba de la muerte, de que no debíamos tenerle miedo porque era una etapa más de nuestra vida , no necesariamente mala, simplemente la que ponía punto y final, que debíamos hablar de ella, con naturalidad, pensar en lo que nos gustaría que los demás hicieran por nosotros llegado ese día; y cuando regresé hacia casa aquella tarde, viajamos juntas en el mismo vagón, yo la presentí, sólo que, esta vez, no me eligió a mi, me demostró que existe, que está ahí, que no le debo tener miedo, y se bajó en Sagrada Familia llevándose los últimos suspiros del anciano.

4 comentarios:

  1. Nos pasamos la vida con ella delante de nuestras narices... y no somos conscientes. Y vivimos complicándonos la existencia y complicándosela a los demás, sin tener en cuenta que en cualquier momento puede aparecer y venir a visitarnos a nosotros.
    Yo viví una parecida, hace muchos años. Cuando yo llegué ella ya había hecho su trabajo. Ya te la contaré.
    Tu texto me ha recordado no sé por qué, a los diálogos del Fascinat noi...
    Buen finde, muchos besos, y que tardemucho en venirnos a visitar esa señora.

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  2. Hermosísima reflexión querida Sue.... impactante, emotiva y otra oportunidad para seguir valorando mi vida, la vida, la tuya... ¡a respirar se ha dicho!

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